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¡Un nuevo gigante astronómico! La mayor cámara digital del mundo para astronomía se instala en una montaña chilena.

Después de una década de ardua construcción, el Observatorio Vera C. Rubin, situado en la cima del cerro Pachón, a 2.682 metros sobre el nivel del mar en la Región chilena de Coquimbo y a 450 kilómetros de Santiago, se alista para brindar una visión del cosmos sin precedentes en la historia. Sus primeras pruebas se llevarán a cabo entre abril y mayo de 2025, permitiendo que capture imágenes extraordinarias de estrellas y galaxias a finales del año siguiente. Su singularidad radica en que alberga el Large Synoptic Survey Telescope (LSST), una imponente cámara de ocho metros de longitud con una resolución de 3.200 píxeles en el centro, que llegó al país sudamericano en mayo desde California (Estados Unidos) y que facilitará que cada imagen tomada tenga un tamaño equiparable al diámetro de 40 lunas llenas. El clima árido de esta región del norte no solo proporciona un escenario ideal para observar el cielo; también ofrece oportunidades invaluables para desentrañar los misterios del universo desde el hemisferio sur.

Rubin será parte de la ya extensa red de observatorios científicos de la región de Coquimbo, como es el caso de Gemini, también situado en el cerro Pachón. La ingeniera mecánica estadounidense Margaux López lleva 10 años trabajando en su construcción, desde que egresó del Instituto de Tecnología de California. “Vamos a estar sacando entre 800 y 1.000 imágenes cada tres noches. Por un tiempo, será el observatorio más potente del mundo”, asegura. Esto, porque a Rubin se unirá el Telescopio Extremadamente Grande, en pleno desierto de Atacama, cuyas operaciones están previstas para 2028.

Aunque es un proyecto de EE UU, Rubin está asentado en territorio chileno bajo la supervisión de AURA, un consorcio conformado por 49 universidades estadounidenses y afiliados internacionales. Alejandra Voigt, jefa de Misión del Observatorio AURA y vicepresidenta de AURA en Chile, explica que están a cargo de todo. “Recibimos financiamiento del gobierno norteamericano, a través de distintas agencias como la National Science Foundation”, sostiene la abogada chilena. La idea surgió a principios de la década del 2000 y luego de una serie de negociaciones se logró materializar su construcción.